Con las primeras lluvias es
una triste tradición que muchas parcelas situadas en la Sierra de Montánchez
ardan a causa de incendios que en la mayoría de las ocasiones son provocados
por los propietarios.
Es
paradójico que mientras que en el resto de Extremadura el verano es la estación
de máxima alerta por los incendios forestales, en Montánchez los fuegos se
producen en su mayoría en la estación otoñal. La causa de esto está en la quema
de rastrojos de poda o en una quema imprudente, que se tuerce en descontrolada,
de zarzas, robledales, escobas y pastos principalmente.
Muchas
veces son personas mayores que prenden fuego a los pastos o a las zarzas de sus
parcelas de la misma forma que hicieron sus padres y abuelos para conseguir
hierbas verdes con rapidez o controlar el crecimiento de las engorrosas zarzas.
Otro
de los peligros de esta arcaica práctica está en que, con las lluvias, las
cenizas de estos incendios van a parar a los cauces de ríos y regatos, lo que
genera contaminación en las aguas.
Muchas
veces es un accidente, una imprudencia, un poco de mala suerte. Sin embargo, en
Montánchez eso de quemar cuando llegan las lluvias es una nefasta tradición que
hay que erradicar.
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