domingo, 31 de julio de 2016

Hernández Pacheco propuso construir un sitio de interés nacional en las cumbres de la Sierra de Montánchez en 1931

En el diario ‘Nuevo Día’ del 17 de marzo de 1931 nos encontramos una referencia interesante a la Sierra de Montánchez en boca del ilustre Hernández Pacheco. La Diputación de Cáceres entrega la Medalla de Oro de la provincia al geólogo alcuesqueño y en su discurso de agradecimiento este destaca la importancia de la sierra en tanto que miradero de toda la tierra extremeña. Por ello propone la construcción de un sitio de interés nacional en las cumbres de la montaña. Sería un monumento natural en favor de Extremadura, España y de las naciones hermanas del continente Americano.

El catedrático de la Universidad Central dijo:

<< (…) Después habló el señor Hernández Pacheco, manifestando de nuevo su gratitud por la prueba de afecto y estimación que se le otorgaba.

Estoy íntimamente satisfecho y hondamente emocionado, porque aunque durante mi vida profesional y de trabajo, he tenido grandes satisfacciones por honores que me concedieron o preeminencias que me otorgaron, ninguna satisfacción fué tan grande como la de hoy; pues las distinciones mencionadas eran consecuencia de la vida profesional, y todos, cada cual en la suya, las hemos tenido análogas. El acto de hoy me conmueve más por ser en mi tierra y proceder de mis paisanos porque es un goce más íntimo y más familiar, sin mezcla de lucha ni siquiera emulación. Os reitero a todos mi agradecimiento y os expreso cordialmente mi mayor respeto, consideración y afecto.

En este momento quiero asociar al acto que realizamos los nombres de tres extremeños ilustres que merecieron el mismo galardón que hoy me habéis concedido. (…) don Publio Hurtado, (…) don Francisco Huertas Barrero (…) y don Diego María Crehuet (…).

También en este acto quiero destinar un recuerdo y la expresión de mi adhesión y afecto a mis condiscípulos de la escuela pública de Alcuéscar, de los cuales algunos están aquí presentes, rogándoles trasmitan esta saludo a los demás, pues recuerdo complacer (con placer) aquella vida de democracia infantil, todos iguales, pobres y ricos, en la que no había más jerarquías que las producidas por la laboriosidad, la constancia y las aptitudes personales de cada uno.

Ahora me dirijo a todos los extremeños y en especial a los del partido de Montánchez; (dispensad que me arrogue iniciativas, pues de ellos vosotros tenéis parte de culpa por haberme elevado al alto puesto que supone la gran distinción que me habéis otorgado).


En el centro de la amplia Extremadura se alza, abrupta y escarpada, bella, alegre y variada, la sierra de Montánchez; en la zona de cumbres existe una ondulada altiplanicie, y en lo más alto, en donde está el vértice geodésico, en amena pradería, grupos de rudos y pintorescos canchos de granito, tales como el Canchal de las Plumas y una gran roca bamboleante.

Este sitio es el más espléndido miradero de toda la tierra extremeña; toda ella se divisa como un gran plano en relieve: desde la alta y blanca sierra nevada de Gredos hasta los lejanos llanos de Badajoz y las azuladas montañas del sur, y desde las tierras portuguesas  hasta más allá de los ásperos macizos montañosos de la sierra de Guadalupe. Toda la tierra extremeña desde allí se divisa, en los serenos días del invierno y en los de la luminosa primavera.

Yo os propongo, que esta pequeña zona de cumbres que denominaremos El miradero de Extremadura, sea declarado sitio de interés nacional. Precisamente se dá la circunstancia de que, por mi cargo oficial de delegado inspector de Sitios y Monumentos Naturales, he de ser quien emita el informe previo a la publicación de la Real orden y estoy convencido de que el sitio merece tal distinción oficial.

En aquellos grandes canchos de granito se grabarían a cincel los nombres y el pueblo de naturaleza de los grandes hombres extremeños: los nombres de los exploradores, conquistadores y fundadores de América; de los humanistas, escritores, científicos, poetas, pintores y escultores extremeños; de sus sabios y de sus pensadores; de las glorias de Extremadura de los siglos pasados.

Hecho esto, haríamos con solemnidad la inauguración del Sitio y del Monumentos Natural. En el espléndido miradero, en dos altos mástiles ondearían la bandera nacional y la extremeña, y junto a ellas la de Portugal, nuestro pueblo hermano, y en hermoso grupo, alegre y vistoso, las veintiún banderas de las veintiún naciones americanas que son hijas y resultado de la intrepidez extremeña.

Sería esta una fiesta de la cohesión de Extremadura, fiesta de paz y de cultura, fiesta de civismo y de concordia. Los representantes de los Centros de la cultura extremeños tendrían en el acto lugar preeminente, también las Asociaciones Agrícolas y del Trabajo, pues constituyen el brazo fuerte, sana, y protector de la tierra extremeña.

Por ser fiesta de paz y de civismo, el ejército también tendría su puesto por ser su misión constituir el brazo defensor de la independencia de la Patria y de las libertades y derechos conseguidos por los ciudadanos. Y cuando en la ceremonia los épicos clarines llenasen de agudos y claros sones la montaña, nos haríamos la ilusión de que los espíritus de los bravos conquistadores extremeños se incorporaban y escuchaban atentos.

Desechando lo que de interés material por su aspecto turístico, tendría la declaración de sitio de interés nacional de las cumbres de la sierra de Montánchez, consideremos el valor espiritual que tiene este olimpo extremeño como lazo de unión y estímulo para laborar a favor y al servicio de Extremadura.

Atronadores aplausos acogieron las últimas palabras del orador>>.

Pese a que las palabras del geólogo fueron muy aplaudidas, esta idea nunca se llevaría a cabo. La zona más elevada de la Sierra de Montánchez permanecería abandonada y olvidada durante muchas décadas. En 1937 los soldados del banco franquista tiraron al suelo la piedra bamboleante –coloquialmente conocida como Cancho que se Menea- de la que hablaba Hernández Pacheco en su discurso –hace muy poco este místico grupo de canchos ha vuelto a ser erguido por el Ayuntamiento de Montánchez-.

Hasta la década de los 60 las cumbres más altas de la Sierra de Montánchez se destinaron fundamentalmente a la ganadería extensiva. En los años 60 las autoridades del régimen franquista decidieron construir en el enclave un conjunto de antenas de retransmisión televisiva.

Con la llegada del siglo XXI se empezó a hablar de la posibilidad de instalar en las cumbres de la hermosa Sierra un par de parques eólicos con un grupo de aerogeneradores de decenas de metros de altitud.

Es evidente que no se llevó a cabo la idea de Hernández Pacheco. Parece patente que la explotación y aprovechamiento que se ha hecho desde ese momento del mágico enclave ha ido siempre a peor. 

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