Como cada año a finales del mes de octubre los vecinos de la localidad de Arroyomolinos recrean uno de los episodios históricos más singulares de la Comarca: la batalla denominada como 'La Sorpresa de Arroyomolinos'. Ya hay programa oficioso para la edición de 2016. Pero, ¿cuál es el origen de este episodio?, ¿qué dice la prensa histórica sobre este hecho tan singular?
Un poco de historia
Entre 1808 y 1814 se produce en España la Guerra de la Independencia en el contexto global de las Guerras Napoleónicas. Los contendientes eran, por un lado España, Reino Unido y Portugal. En frente tenían a Francia, gobernada por Napoleón, que había instaurado el Primer Imperio. Tras la abdicación de Bayona, en la que los monarcas españoles renuncian al trono, Napoleón instala a su hermano en el trono español.
Antes se había producido una
alianza entre España y Francia contra Portugal y su histórico aliado Reino
Unido. Sin embargo, Napoleón engaña a los dirigentes españoles, los manipula y
traiciona. Las tropas francesas se encuentran en territorio español, en teoría,
solo de paso hacia Portugal. No obstante, la realidad es bien distinta. Francia
invade España y por primera vez entre los españoles surge cierta identidad
nacional.
En la Sierra de Montánchez,
entre el 27 y el 28 de octubre de 1811, tuvo lugar una batalla conocida como la
‘Sorpresa de Arroyomolinos’.
Para conocer un poco más de esta lucha, en la que participaron británicos y
españoles frente a franceses, recurrimos a varios artículos publicados en la
prensa histórica:
<< (…) Tan luego los franceses conocieron la proximidad
é intentos de las tropas aliadas, se plegaron, abandonaron á Cáceres, y tomaron
el camino de Mérida, se dirigieron a Torremocha, buscando el apoyo del grueso
de su ejército (…) En Alcuéscar supo Hill que Girard pernotaba en
Arroyo-Molinos, y concibiendo el proyecto de sorprenderlo, operación que
facilitaba la culpable confianza del francés; antes de amanecer el día ocultó
la mitad de sus fuerzas en una hondonada próxima al último de los mencionados
pueblos; sitio por donde había de pasar los imperiales (…)
La sorpresa fue grande, y como á esta se unió la impetuosidad
de la acometida, aunque los franceses formaron dos cuadros, pretendiendo defenderse
en regla, fueron arrollados y destrozados, hasta el extremo de quedar tendidos,
en tierra 400, entre muertos y heridos, y prisioneros más de 1.400, contándose
entre estos los generales Doubrousky, Brun y conde de Aremberg.
El imprudente Girard, con unos cuantos de los suyos, se salvó
refugiándose en la sierra de Montánchez.
Los aliados solo tuvieron 100 bajas>>.
(‘El
Liberal’ 27/10/1900)
Años
después ‘El Restaurador’ del 28 de octubre de 1912, en un texto que aparece en
la primera plana de la portada del periódico, rememora esta batalla en el
apartado titulado “Efemérides”:
Por
otro lado, en los archivos del Ministerio de Defensa se guarda una ilustración
sobre esta batalla ocurrida en la Sierra de Montánchez:
Una crónica sobre lo sucedido en Arroyomolinos
No obstante, desde meses antes de esa épica batalla, en la Villa de Arroyomolinos se había instaurado el control de la tropas francesas. Durante estos meses la vida en la localidad se hizo muy dura. El 1 de mayo de 1909 aparece publicada en 'La España Moderna' la carta que escribe el alcalde de Arroyomolinos a la Junta Central y en la que se relatan los horrores ocurridos entre abril y julio de 1809 en el pueblo:
<<Excmo.
Señor:
Aunque por repetidos conductos
estará V.E. satisfecho de la horrorosa conducta de la pérfida nación francesa
en la desgraciada visita que acaba de hacer á esta Provincia; creo de mi
obligación hacer presente las operaciones de los trozos que en esta infeliz
Villa se han hospedado para penosa memoria de sus habitantes.
El 5 de Abril último llegó una
compañía de Dragones, número 9, la que, por su corto número, ó porque se jefe
fuese de un carácter menos reprensible, se portó con la moderación regular. El
15 se presentó una partida de Artilleros, tan atrebidos y desatentos, que, no
perdonando respetos ni autoridad, se entran por casas y bodegas, robando quanto
dinero y vino encontraron. Seguidamente, y como las ocho de la noche, con
tambor batiente, llegaron sobre 200 hombres de Infantería, número 63; luego se
aposentaron que fué á su voluntad, principiaron á registrar, robar y saquear,
que era una compasión ver tanta desverguenza. Por tales hechos, se retiran las
gentes al despoblado, y á 15 de Mayo se presentaron como unos 300 del número
27, y una partda de Vsares, 5º de Wefalia, que, cogiendo las entradas del
Pueblo, se dirigieron otros armados á la Plaza, y otros al sitio donde se
hallaban el maior número de mujeres con sus hijas y ropas: (aquí tiembla la pluma)
corren y persiguen á la honestidad, manchan y desfloran el honor más
inviolable, y con el maior insufrible ardor, roban y destrozan lo más precioso,
hasta que saciada la fiereza bárbara y licenciosa codicia, haciendo alarde de
tanto desacato después de desarmar al pueblo, armados y con tambor batiente, se
marcharon para Alcuescar. A las ocho y media de la noche del 15, se presentaron
como unos 600 de Infantería, número 16, y 400 cazadores de Caballería, número
26; unos y otros principian de nuebo á saquear y diciendo que al siguiente día
vendrían otros 2.000 de una y otra clase: esta noticia, embuelta en amenazas, dió
margen á que muchas personas se retirasen al campo por no esperar algún mal
accidente, aunque no se verificó la venida de los últimos, y sí la salida del
16, como á las diez del 14, este cuerpo mandó pasar por las armas con el modo
más infame y bajo á Miguel Torres, de esta vecindad, de los más miserables por
su edad avanzada, por su corta corpulencia, y por no proceder más formalidad
que suponer los soldados que iban á robas habas á un habar que custodiaba
Torres, haver encontrado un fusil francés allí; el número 26 subsistió hasta el
15 á el mediodía, en cuio tiempo desperdició mucha porción de trigo, dando mal
trato á los patronos. El 28 vino el número 50, compuesto de 450 caballos, poco
más, poco menos, se perseveró hasta el 29, en cuio tiempo exerció su natural
conducta, destrozando casas y haciendas, gastando con profusión los granos que havían
de ser ó servir para la susistencia de estos naturales. El 29 del mismo Mayo se
aposentó nuevamente el citado Vsares de Wefalia. ¡Válgame Dios qué tropa tan
apreciable! Su Coronel Provisor Juez Ecclesiástico de dicha ciudad, digno, por
sus quialidades, discípulo de Napoleón: este hombre, entregado á todo desorden
no oie quejas ni lamentos; es tapadera ó disimulador de robos, quando él por su
no los hace; foventaba al oficial soldado á causar todo género de maldad, ya
encerrando doncellas honrradas; los primeros para no tener auxilio, ponen
soldados de guardia, que impedía todo socorro; para que en todo se completase
la escena, dio orden el exprovisor que, á las nueve de la noche estubiese
recogido todo paisano, pues el que después se encontrase sería pasado por las
armas: Aquí es ver la tragedia más temerosa, con trompetas y clarines;
acobardan al paisano, dando libertad al soldado, habre y descerraja puertas y
comete todo género de delitos.
Para que en todo se verificase su
perfidia, extractase con brevedad, y verdad, el suceso ocurrido á Fr. Alonso
Gil y al que subscribe con dicho Cuerpo. El 7 de Junio, á las ocho de su
mañana, llegó á mi persona un Teniente Capitán, preguntando que en dónde se
hallaba el exército español o inglés; respondí que lo ignoraba; repitió que él
y otro camarada suyo querían desertarse, y deseaban saber qué medio daba España
á los oficiales y soldados que á su exército pasaba; contesté que de oficiales,
lo ignoraba; y en cuanto al soldado de infantería, 200 reales, y si llevaba
fusil, 300; al de Caballería, dicha cantidad y el valor del caballo; con lo que
se concluió el acto. A las cuatro de la
tarde del mismo día volvió el citado oficial y otro compañero, también
teniente, solicitando escribiese en papel á el exército (que ellos sabían se
hallaba en Medellín), preguntando los referidos premios; contestéles no era
regular eso, porque quien lo condujese, se exponía á mala suerte por sus
patrullas y avanzadas; satisfechos, instan les proporcionase guía que los
condujese; correspondíles que, obrando con buena fe, no faltaría, y, enterados,
encargándome el secreto con la mano puesta en el pecho y la palabra de honor,
se despidieron. A las cuatro de la tarde del 8 se volvieron á presentar con un
sargento, diciendo que éste entendía mejor el español, tratase con él; se
volvió á repetir la ceremonia antedicha, y vajo su tenor, dice el sargento: Los
señores oficiales, otro camarada mío, mi asistente y ocho soldados, estamos
dispuestos pasarnos á el exército español esta noche; y el motibo es que Napoleón entró en la
Wresfalia talando y arrasando; después nos ha conducido á la guerra de España,
y ahora se ha levantado nuestra tierra, y no queremos servirle, porque no
queremos ayudar á un enemigo de nuestra Patria, y, por lo mismo, es
indispensable, bajo los seguros dichos, les proporcionase guía que los
condujese. En tan apurada crisis, considerando el beneficio á la Patria y
confiado en tan sinceras promesas, hablé al referido Fr. Alonso Gil, religioso
carmelita descalzo, se encargase en la execución, quien, dando pruebas de mayor
patriotismo, no tubo el menor reparo en admitir la comisión; después volvió á
presentarse el citado sargento, solicitando se les proporcionase vino, y haría,
con los oficiales, se presentasen 48, que ya estaban concertados; á costa de
diligencia, se proporcionó arroba y media, que costó 457 reales y medio, con
respecto á 305 la arroba, y aunque todo se hizo con el maior sigilo, á las diez
de la noche fuimos presos, y comparecidos ante el citado Coronel y oficiales,
que hacía de acusador el pérfido sargento, allí nos trata de sobornadores y
solicitadores, y al religioso de guía ó espía; en este acto hicimos presente
nuestra inocencia, y que los seducidos éramos nosotros, expresando las
circunstancias; de tan buen juez y congreso no se podía esperar otra cosa que
atarnos, conducirnos á la prisión y con centinelas de vista por cuatro días,
tratando de quitarnos la vida, que se hubiera verificado si el Teniente Coronel
comandante no hubiese protegido nuestra inocencia con el sacrifico de 2.400
reales, precio en que se reduxo después de haver pedido 36 onzas de oro; es de
advertir que los oficiales, sargento y demás confederados no tubieron más
reprensión que quedar dispuestos, ó tal vez aconsejados, á hacer otro engaño
semejante, para robar, atemorizar ó matar.
Este es el mapa que manifiesta por
maior lo ocurrido en este pueblo por la tropa Francesa; este pueblo no dejará
de gemir y llorar por los males que le han acarreado tan buenos guéspedes, todo
lo cual pongo en la alta consideración de V.E. para que dándole la estimación
que juzgue oportuna, prevenir á la inocencia, no se deje engañar con falsas
apariencias, y teniendo el honor de hacer presente cuanto llebo manifestando
con toda verdad á V.E., espero me ordene quanto sea de su agrado que obedeceré gustoso.
Dios guarde á V.E. muchos años para
bien de la Monarquía y esta Provincia. Arroyomolinos de Montánchez 24 de Junio
de 1809. –Excm. Señor. Josef Martinez Davila Solano>>.
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