sábado, 13 de noviembre de 2021

El Cancho que se Menea, ídolo que corona la Sierra de Montánchez

Es uno de los monumentos megalíticos más singulares de Extremadura. Situado en las cotas más altas de la Sierra de Montánchez, en pleno corazón de la región, en el conocido Pico o Alto de la Cogolla, a una altitud aproximada de 1.000 metros.

Se trata de una muestra de la litolatría o culto a las piedras que practicaron civilizaciones pasadas. Probablemente, este megalito fue adorado como dios titular y tutelar de la Sierra. Los pobladores de la zona le atribuyeron la capacidad de hacer fértiles a quien, abrazándose a ella, la movía ligeramente. No era necesario un gran esfuerzo, bastaba con el suave e intermitente empuje de un dedo, para que se produjera el balanceo.

Gestado en el vientre de la Tierra, el magma se hizo piedra. Doscientos millones de años atrás, un proceso de lento enfriamiento bajo una capa de suelo de miles de metros propició que sus componentes cristalizaran y formasen el batolito que aflora por doquier en esta Sierra. En conjunción, la erosión y un tiempo eterno hicieron su trabajo”, asegura el investigador Juan Rosco Madruga.

El arqueólogo José Ramón Mélida visita este paraje en 1915 y, así describe el Cancho:

<<El monumento se compone esencialmente de tres piedras de distintos tamaños, labradas, esto es, cortadas, aunque imperfecta y groseramente, y colocadas y dispuestas en el orden y para el fin apetecido, con excelente resultado. Dichos tres elementos son: pedestal, plinto y cabeza o piedra bamboleante propiamente dicha. El pedestal es cuadrangular, de 86 centímetros de altura, y está un poco inclinado hacia un lado; el plinto es cuadrado, de 22 centímetros de altura por donde ésta es mayor, para compensar la inclinación, al parecer; y la piedra bamboleante ofrece perfil trapecial sobre todo por sus dos caras opuestas y mayores, siendo comparable a un tronco o pirámide de base rectangular e invertida y mide de altura 2,60 metros, teniendo en total el monumento 3,68. Su aspecto y forma ensanchada por arriba, lo delgado del plinto sobre el pedestal y éste dan la ilusión de un incorrecto busto humano, lo que ha sugerido la idea de que pudiera ser un ídolo que mueve la cabeza sobre los hombros y domina desde aquella eminencia grandísima extensión>>.

En 1904, Rafael García Plata de Osma, Mario Roso de Luna, Eduardo Hernández-Pacheco y Tirso Lozano realizan una excursión a esta zona de la Sierra de Montánchez.

Lozano, Hernández-Pacheco y García Plata sostenían que la roca movible era obra de la naturaleza. Por el contrario, Roso de Luna, defendía que era obra de los atlantes, un pueblo enigmático y misterioso de astrónomos muy anterior a íberos y celtas que, según su argumentación, solo podía provenir de la legendaria Atlántida.

En realidad, la zona es un paraje con más elementos relacionados con el culto y rituales de pueblos pasados. Así lo piensa Fernando Sánchez Dragó a raíz de las hierbas aromáticas y otras piedras singulares que ha localizado en sus inmediaciones.

Lo que sí se conserva a poca distancia del Cancho es la piedra madre; un menhir que al contrario que el Cancho, acaba en pico, y que presenta dos irregularidades que parecen unas mamas. Aquí se realizarían algunas clases de sacrificios”, sostiene Hilario Jiménez, cronista de Montánchez.

En el verano de 1937, en plena contienda fratricida en España, el Cancho que se Menea fue derribado en un acto bárbaro y salvaje. Un grupo de soldados sublevados del Regimiento de Las Navas estaba haciendo maniobras en el Alto de la Cogolla. Tras varias acometidas, aquella piedra que no había conseguido abatir la naturaleza durante miles de años, en cuestión de minutos había sido derribada. Y así, tirada en el suelo, permaneció la gran mole granítica durante casi 80 años.

Hasta que en 2013 el Ayuntamiento de Montánchez recuperó este monumento del olvido. Gracias a maquinaria moderna se alzó de nuevo el Cancho, pero resultó imposible recuperar su punto de equilibrio natural y por ello se perforó el entramado de rocas y se sujetaron las unas a las otras con un resistente tubo metálico.


De este modo, el monumento megalítico volvió a coronar la Sierra de Montánchez. En su posición original, tal y como estuvo durante miles de años. Desde allí, preside y observa una enorme extensión de terreno, justo en el corazón de Extremadura.