<< El carnaval es vivir al revés, no imitar, sino vivir de manera diferente a la del resto del año. En las ciudades carnavaleras de Extremadura, todos los años se dice que lo mejor del carnaval son los desfiles informales, cuando cada uno se disfraza de lo primero que se le ocurre y sale a desinhibirse, no a que lo vean de comparsa. El verdadero carnaval nace del pueblo en la Edad Media, el resto, los demás, son el producto de influencias italianizantes introducidas en la Corte madrileña entre los siglos XVIII y XIX. En Extremadura hay un carnaval auténtico, que no es de salón veneciano, teatro gaditano ni comparsa brasileña, un carnaval que no es de imitación, que no es para ser visto, sino para ser vivido. Les hablo del carnaval del pueblo cacereño de Montánchez, del que ya se habla en documentos escritos del siglo XVIII y que no se interrumpió nunca, ni con absolutismos, dictaduras ni guerras civiles. En tiempos de Franco, hubo un alcalde que durante el día dictaba un pregón prohibiendo el carnaval, pero luego, al llegar la noche, salían de su casa 300 jurramachos. ¿Y quién es el jurramacho, protagonista absoluto del festival montanchego? Se trata de una máscara perseguidora semejante a las existentes en otros lugares de España donde el carnaval conserva sus esencias medievales, una máscara perseguidora como los zamarrones, peliqueiros, botargas, marimantas, cigarrones, choqueiros, irrios y otros. Para convertirse en jurramacho basta con abrir el baúl y ponerse lo primero que se encuentre, después hay que cambiar de voz, parecer gordo si eres delgado y viceversa... Pero lo mejor es que vayan a Montánchez y conozcan el carnaval de verdad, el inimitable >> (De la Torre, J. R. (2008). Montánchez o el país del jurramacho, Hoy).
Cuarenta días antes de Semana Santa tiene lugar una fiesta única, auténtica e inimitable en Montánchez. Se podría decir que es otra fiesta muy tradicional en la localidad, San Blas, la que da comienzo al ambiente carnavalesco en Montánchez. La antropóloga extremeña Silvia Pérez Simón considera que “en relación con el tiempo de carnaval, por definición se entiende que lo constituyen los tres días antes del miércoles de Ceniza”, sobre todo en los entornos urbanos. Sin embargo, “habría que tener en cuenta un período precarnavalesco que en las zonas rurales de Extremadura comenzaría en torno a los Santos Inocentes, San Fulgencio, San Antón, San Blas o San Sebastián”.
En San Blas los vecinos de Montánchez llevan a cabo una serie de rituales muy vinculados a la luz y la purificación del alma. La esencia de la fiesta está en el desfile de tableros, donde las mujeres de la localidad vestidas con el traje regional portan sobre la cabeza un tablero adornado con manteles bordados sobre el que llevan dulces. También se lleva a cabo la velá, una hoguera que se prende al caer el sol y en la que se queman objetos de madera viejos y toda clase de restos de poda de los diferentes cultivos de la localidad.
Los carnavales, tradicionalmente, se desarrollaron en Montánchez el domingo, lunes y martes que precedían al miércoles de Ceniza con el típico entierro de la sardina. No obstante, se alargaba la festividad hasta el sábado o domingo siguiente, ya en plena Cuaresma, con el ancestral festival de Cintas a caballo y el baile de la Piñata. Hace algunas generaciones el festival era de gallos, muy similar al que se sigue celebrando en la vecina localidad de Albalá.
<< Los carnavales de Montánchez son sin duda una de las fiestas que, por su raigambre y popularidad, cuentan con una reconocida fama no sólo en Extremadura. El Jurramacho, el carácter distendido de los montanchegos y un ambiente festivo continuo son algunas de las claves de su singularidad. El origen del Jurramacho procede de una ancestral y curiosa costumbre de confeccionar disfraces que ha pervivido hasta nuestros días, convirtiéndose en el referente más característico y peculiar que identifica y diferencia el carnaval montanchego >>. (Jiménez Gómez, H. (2015) Montánchez, cuna del carnaval).
El tipismo del Jurramacho radica en que nadie; ni familiares, amigos o vecinos, reconozca al disfrazado. El Jurramacho aparece como un ser amorfo que transmite jocosidad tras un aspecto que roza lo macabro. El disfrazado llega incluso a falsear la voz para no ser reconocido, también se produce la inversión de sexos y la transformación completa de la apariencia física de la persona que hay bajo el traje de Jurramacho.
El disfraz se elaboraba con ropas diversas y viejas ya en desuso, almacenadas en baúles y arcones, muchas veces desde hace generaciones. La careta o máscara se confecciona con un pañuelo, antifaz o aprovechando la funda de lana que se utiliza para envolver los afamados jamones de la localidad; o bien, todos estos elementos de forma simultánea; esta curiosa tradición aún pervive. También se emplean pelucas, sombreros, barbas postizas y un largo etcétera de complementos.
El mejor disfraz de Jurramacho es sin duda el que con más originalidad combina prendas dispares, sin criterio alguno de moda o estética, con el propósito de no ser reconocido. Su impacto más característico es el ambiente jovial y la animación festiva. El Jurramacho recorre solo o en grupo, calles y establecimientos de la localidad para burlarse de amigos y visitantes. “¡A que no me conoces!, ¡Que no, que no me conoces!”, son las frases más repetidas por el Jurramacho.
Origen del Jurramacho de Montánchez
No es sencillo establecer el origen documentado de la tradición del Jurramacho, el emblema del carnaval montanchego. Se conservan, según diversos autores, documentos del siglo XVIII y XIX en los que se describe el ambiente existente en la localidad. Esta tradición está más que documentada y contrastada a lo largo de todo el siglo XX.
Muchas interpretaciones han girado en torno a la palabra “carnaval”. La mayoría de ellas derivan del latín carnelevarium o adiós a la carne, pero otras la remontan a la época de súmenos y egipcios hace más de 5.000 años. Las fiestas romanas que poseían un carácter carnavalesco eran las celebradas en honor del dios Saturno con un enfoque alegre y libertino. Donde se anulaban las distancias sociales tan arraigadas en aquellos tiempos. Se permitían incluso los juegos de azar y toda clase de diversiones.
Pilar Barrios, profesora de la Universidad de Extremadura, sostiene que “para saber el origen del carnaval es necesario remontarse a la época romana, concretamente a las fiestas Lupercales o incluso a las Saturnales, que eran las fiestas de la carne, del desenfreno, del vino, en las cuales estaban permitidos los excesos”. Estas fiestas se entendían como el momento idóneo para romper la norma y las exigencias sociales preestablecidas. Así el carnaval se convierte en la fiesta de la libertad, la alegría y el desenfreno por antonomasia. Todo esto antes del recogimiento propio de la Cuaresma.
En el contexto de la Edad Media, “carnaval” se refiere a la prohibición religiosa de consumir carne que abarcaba un período de cuarenta días, “la Cuaresma”. El carnaval siempre precede a la Semana Santa en todos los países de tradición cristiana.
<< En la Edad Media y el Renacimiento son comunes en toda Europa las festividades de carnaval basadas en representaciones y en donde la fiesta se concibe como una alteración del orden socialmente establecido, en la cual no había que enfrentarse a ninguna clase de autoridad y todo el pueblo participaba, encarnando la burla, la lascivia y el desenfreno. El disfraz permitía esconder la identidad de las personas, que así podían llevar a cabo todo tipo de acciones no permitidas fuera de estas fechas bajo el anonimato más absoluto >> (Barrios, P. (2018). El carnaval en Extremadura, una tradición ancestral, Servicio de Difusión de la Cultura Científica de la UEX).
Desde el prisma histórico-lingüístico, “Jurramacho” es un término utilizado en varias localidades de la Sierra de Montánchez y Las Villuercas con el sentido de “máscara perseguidora vestida con ropajes estrafalarios”. El término alude de igual modo a una “persona vestida de forma ridícula y extravagante”. Luis Chamizo recoge la expresión con el sentido de “mujer alta y desgarbada, hombruna”, influenciado ya por el término “marimacho”. La antigua expresión “moharracho”, con el mismo origen que “Jurramacho”, aparece en ‘El Quijote’, con el sentido de “persona que se disfraza en una función para divertir a los demás, haciendo gestos y ademanes ridículos"(del árabe hispánico muharraǧ/muharriǧ, y este del árabe clásico muharriǧ, «bufón»).
El traductor Aníbal Martín ahonda en este origen lingüístico de la palabra. Incluso señala que muchas veces, para aumentar la comicidad, sonoridad o carácter despectivo de la expresión, se hibrida con otras raíces, como en el caso de mamarracho con «mamar» (también presente, por ejemplo, en «mamandurria»). En la actualidad, la palabra árabe muharriǧ significa «payaso» (típico payaso de circo). Para la pervivencia de términos como este tuvo bastante importancia la comunidad mudéjar (comunidades musulmanas en territorio cristiano), porque iban legando o contagiando a las comunidades cristianas determinadas expresiones. Este parece ser el caso del término que nos ocupa (y no que se trate de un morisquismo más tardío), ya que otras palabras con el mismo étimo árabe (homarrache, moharrache) aparecen ya recogidas desde el siglo XV en el diccionario.Por lo tanto, el origen más plausible de la palabra Jurramacho a juicio de Aníbal Martín «es que se trate también de un término procedente del étimo muharriǧ (que se suma a una amplia lista: momarrache, homarrache, moharrache, mamarracho, etc.)»; es decir, introducido en nuestro idioma muy probablemente, como muy tarde, en el siglo XV.
El historiador del arte Luis Enrique Flores señala que en pueblos como Alhama de Granada nos encontramos “la figura típica del jameño, con un enorme parecido estético y funcional con el jurramacho montanchego”. Algo parecido ocurre en el pueblo almeriense de Cuevas del Almanzora con las máscaras de fachá. Estos apuntes y parecidos más que evidentes refuerzan la posibilidad de la introducción del término y la realidad que designa en el contexto histórico de la dispersión de los moriscos de las Alpujarras granadinas en el último tercio del siglo XVI.
En la historia de España, los carnavales pasaron por diferentes épocas. Durante el reinado de los Reyes Católicos los disfraces eran una costumbre asentada. Carlos V y su hijo Felipe II los prohíben. Felipe IV los instaura de nuevo. Montánchez ha logrado conservar la esencia y el tipismo de sus carnavales a lo largo de la historia, superando con burla, ironía, liberación y diversión las prohibiciones tajantes del Absolutismo del siglo XVIII, los enfoques más elitistas del Reformismo Liberal del XIX o la férrea dictadura franquista en el siglo XX. Una fiesta cuya idiosincrasia ha pervivido sin interrupción hasta el siglo XXI.
Un carnaval documentado desde el siglo XVIII
Desde finales del siglo XVIII se empiezan a publicar autos e instrucciones judiciales en los que las autoridades nacionales y provinciales señalan cómo proceder en los diferentes municipios en relación a las fiestas de carnestolendas.
<< Auto acordado publicado por vando, y edictos fijados para contener los alborotos, y desordenes que ocurren en los dias de carnabal (…) Noticioso el acuerdo de los desordenes, quirreiras y desamores que ocurren en el presente tiempo del carnabal del que suelen resultar fatales consecuencias y para ebitar en lo posible lo referido (…) prebiendo que ninguna persona de qualquier estado, calidad, o condicion que sea incurra en el esceso o abuso de tirar agua, salbados, ceniza ni otra cosa alguna a las gentes, tomandolo por razon de fiesta o chasco, ni se junten en quadrillas, dentro o fuera de poblado, armando algazaras, alborotos, vailes escandalosos, ni con disfrazes, vajo la pena, á los hombres de quince dias de servicios en los trabajos públicos (…) á las mugeres de ocho dias de prision (…) haciendo responsables á los respectivos padres, amos y superiores (…)1 >>
En la villa de Cáceres el 25 de febrero de 1797 se publica otro bando en relación a las fiestas de carnestolendas con las instrucciones a seguir por parte de los responsables municipales y el resto de poblaciones de la provincia:
<< (…) Prohiviendo en el tiempo de Carnabal á toda clase de persona, los disfraces de mascara por las calles y casas particulares (…) vaxo las penas extablecidas por series y reales autos acordados (…) vaxo la pena al que fuese Noble de gixo años de presidio, y del Pleveyo de otros tantos de galeras, y aunos y otros de treinta dias de cárcel; y además en la de mil ducados a toda persona de qualquier carácter que se le fustigue haver dañado, o estado en alguna casa con mascara o disfraz (…)2>>.
El Secretario de Estado y de Gracia y Justicia manda una Real Comunicación a la Real Audiencia de Extremadura el 2 de febrero de 1826. El Regente de la Real Audiencia deriva a su vez esta Comunicación “a los jueces, cavezas de Partido de esta provincia” el día 11, en virtud de la cual: “los tribunales solo baguen la semana santa, dias primero y segundo de Pascua, primero de carnabal y todos los dias en que nose puede trabajar”3.
Diversas ordenanzas y leyes de ámbito municipal publicadas desde muy antiguo trataron de suavizar el ambiente festivo en la localidad de Montánchez para recibir con religiosidad la llegada de la Cuaresma, dedicada al ayuno y a la penitencia.
“En un documento del 2 de febrero de 1836 se describe el ambiente de los días de carnaval de Montánchez con asonadas y bullicios que perturbaban la tranquilidad pública, los tres días de carnestolendas, que comenzaba el domingo titulado de carnaval, lunes y martes. Se preparaban alborotos, bailes y embriagadeces (sic), así como las rudas costumbres que eran sancionadas por la autoridad con una multa de dos ducados” (Solís Trejo, J. (2000). Los carnavales de Montánchez. Senderos de Extremadura).
Las Ordenanzas Municipales de Montánchez publicadas en 1906 prohibían específicamente a las “máscaras” hacer parodias, ejecutar actos y proferir expresiones que ofendiesen cualquier religión, la moral o las buenas costumbres, llegando a ser “castigados con multas de una á diez pesetas”:
<< Art. 13.- En los días de Carnaval se permitirá circular por la vía pública con disfráz que no represente estado religioso, autoridad militar ni civil, desdiga de la decencia ni ofenda á la moral, debiendo quitarse las personas disfrazadas el antifáz ó careta para entrar en cualquiera establecimiento público y siempre que la autoridad lo exija prohibiéndose el uso de aquélla después del anochecer.
Art. 14.- Se prohibe á las máscaras hacer parodias, ejecutar actos y proferir expresiones que puedan ofender á cualquiera religión ó á la moral ó buenas costumbres; así como dar bromas que molesten á los transeúntes y arrojar sobre éstos ó en las casas, cualesquiera objeto que pueda causar daño.
Art. 15.- Igualmente se prohibe el uso de toda clase de armas, debiendo ser fingidas las que se lleven por las máscaras >>.
No es sencillo encontrar documentación que atestigüe la importante tradición del carnaval basado en la figura del jurramacho en la localidad de Montánchez. En este sentido es pertinente señalar que en 1934 el alcalde de la localidad decide quemar buena parte del archivo municipal. Fueron muy pocos los documentos que sobrevivieron a este impresentable acto.
No obstante, en la prensa histórica de Extremadura se han podido localizar algunos textos referidos al carnaval de Montánchez. En algunos artículos periodísticos publicados a principios del siglo XX se aprecia que no todos los vecinos del municipio ven en los Jurramachos un modelo a imitar, se pretende dar un enfoque más elitista a esta fiesta.
En ‘El Bloque: periódico demócrata’, el 10 de marzo de 1908, Maximiliano publica un artículo que dice:
<< Indudablemente el carnaval progresa por aquí. Progresa porque van disminuyendo las máscaras mamarrachas, los osos amaestrados hartos de vino, las mujeres disfrazadas con pantalones atentando contra su propio pudor y en cambio la máscara que no usa palabrotas, ni se viste de adefesio, sino que se disfraza con gusto y embroma a sus amigos con bromas cultas, de buen género, usando modales correctos, va aumentando algo con el atractivo de los bailes de disfraces (…) >>.
Ese mismo día en ‘El Noticiero: diario de Cáceres’, Jesús Serrano, publica una “crónica de Montánchez” en la que hace referencia a la vertiente más exclusiva y elitista del carnaval montanchego:
<<Anoche tuve el gusto de asistir a un gran baile que el Círculo de la Amistad dio, como despedida a la fiesta del placer y la alegría, el diavólico (sic) y disoluto Carnaval (…) La orquesta, compuesta de violines, flautas y guitarras, ejecutó piezas escogidas resultando un baile encantador presidido todo él, por la más ruidosa y atrayente de las alegrías (…) Al filo de la medianoche la música dejó de oír sus acordes, la concurrencia desfiló, las luces se apagaron y todo quedó en silencio (…) >>.
Tampoco las calamidades y los desastres históricos disminuían su celebración. Los carnavales de 1918, a pesar de la fatídica mortandad derivada de la epidemia de gripe en todo el país, resultaron, según testimonios de sus contemporáneos, “mucho más animados y divertidos que en años anteriores” (Solís Trejo, J. (2000). Los carnavales de Montánchez. Senderos de Extremadura).
Ni los momentos más convulsos a nivel político y social en el contexto del país a lo largo de las primeras décadas del siglo XX hicieron que la afición de la ciudadanía de Montánchez por sus carnavales disminuyera. Así, en plena dictadura del general Primo de Rivera, encontramos un documento fechado el 14 de febrero de 1929 en el archivo municipal sobre una multa de dos pesetas impuesta por el alcalde de la época a un vecino por “infringir los bandos publicados por esta Alcaldía por los disfraces de máscaras”.
Los días que duraba el carnaval las máscaras tenían por costumbre, desde muy antiguo, recorrer las calles de la localidad, la Plaza Mayor y por último desfilar hasta el Castillo. Tabernas, bares, salones y casinos mantenían un ambiente festivo permanente.
Las Estudiantinas constituían otro referente del carnaval de Montánchez. Se trata de grupos de chicos y chicas de la localidad y de otros pueblos de la comarca que procuraban llevar trajes idénticos y recorrían la localidad de barrio en barrio, cantando coplillas antiguas y otras que improvisaban a cambio de alguna moneda:
El carnaval ya empezó,
la música es la que anima;
con permiso del alcalde
cantamos la Estudiantina:
Ya viene la Estudiantina
¡Cosa muy fina!
de mocitas de Montánchez,
que Dios me guarde;
que vienen a divertirse
con permiso de sus padres.
(Letra de una Estudiantina de 1929)
Aunque somos bandoleros
que de la Sierra venimos,
échenos una peseta
pa pagar los vestidos.
No queremos esta vida,
que queremos trabajar,
que venimos de bandidos
p’alegrar el carnaval.
(Letra de la Estudiantina de 1933)
Con el permiso de ustedes
y de todos en general,
vamos a cantar esta copla,
que a nadie le ofenderá
Los carnavales,
la fiesta de las mujeres.
Quien no embarque este año,
que embarque el año que viene
(Coplilla de transmisión oral en Montánchez)
El miércoles de Ceniza finalizaba, de forma oficial, el carnaval con el tradicional entierro de la sardina y sus tristes plañideras; se hacía un desfile hacia el Castillo (incluso a caballo), con sillas colocadas a lo largo del itinerario. El carnaval tocaba a su fin.
Virgen del Castillo,
Patrona de acá,
de ti me despido
hasta otro carnaval.
(Letrilla popular cantada el miércoles de ceniza).
No obstante, los vecinos de Montánchez son muy dados a alargar las fiestas todo lo que pueden. Los carnavales no iban a ser una excepción. Por ello, el domingo o lunes siguiente al miércoles de ceniza, se celebraba el festival de cintas a caballo durante el día y el baile de la Piñata durante la noche.
Una de las particularidades más evidentes del carnaval de Montánchez es que aunque fueron prohibidos, en ningún período histórico se hizo efectiva esta prohibición; y esto es así porque todas las clases sociales lo aceptaban y asumían como algo propio. No solo era una fiesta popular, también a las clases acomodadas del pueblo les gustaba esta festividad. Durante el franquismo, ni siquiera en los duros años de postguerra y escasez, pudo hacerse efectiva la prohibición del carnaval montanchego.
Las personas mayores de la localidad cuentan una anécdota a este respecto. Así, en los años 40-50 llegó un nuevo sargento de la Guardia civil a la localidad que intentó hacer efectiva la prohibición. Por ello, acompañado de otros guardias, se presentó en el baile y se dispuso a clausurar la fiesta. Pero los vecinos disfrazados empezaron a correr de un salón a otro de la discoteca burlando a los agentes.
Aquí se disfrazaba todo el mundo, desde el notario, al juez comarcal y municipal o el alcalde, pasando por cabreros, pastores y porqueros. Fue sin duda esta popularidad transversal la que hizo que el carnaval basado en la figura del Jurramacho perviviera hasta nuestros días.
Los testimonios orales de las personas de más edad también cuentan que los días más potentes del carnaval montanchego eran el domingo y el martes. Esos días hasta Montánchez venían visitantes no solamente de los pueblos de la comarca, también de poblaciones más importantes y distantes como Cáceres, Miajadas; e incluso Villanueva y Don Benito.
La participación masiva y transversal de la ciudadanía de Montánchez en las fiestas de carnaval fue sin duda el elemento más característico y que con mayor ahínco hizo que perdurasen de una forma prácticamente invariable a lo largo de las generaciones. Sin embargo, puede que la importante emigración y la consecuente sangría poblacional que sufre Montánchez a partir de los años 50 y 60 marquen el punto de inflexión en esta fiesta.
No es hasta los años 80, en pleno contexto histórico de la Transición a la democracia y la constitución de la Autonomía de Extremadura, cuando las autoridades municipales empiezan a preocuparse de forma oficial por la pervivencia de los carnavales de Montánchez. Es a partir de ese momento cuando desde el Ayuntamiento se empiezan a organizar desfiles de carrozas y comparsas, bailes de disfraces en diferentes salas o carpas, etc.
En 1981 se encuentra el primer programa oficial de los carnavales de Montánchez promovido y editado por el Ayuntamiento de la localidad. La fiesta da comienzo el sábado 28 de febrero con “una gran quema de fuegos artificiales y a continuación bailes hasta la madrugada en distintas salas”. Los días siguientes; domingo 1 de marzo, lunes 2 y martes 3, se llevan a cabo gran cantidad de actividades como el desfile de carrozas y charangas y numerosos concursos de disfraces con premios para diferentes grupos de edad.También es en 1981 cuando se localiza una noticia en el diario ‘Hoy’ en relación a los carnavales de Montánchez:
<<Pasó el carnaval con su ráfaga popular de alegría. A decir verdad han sido nuestros pueblos, donde la sociedad está menos masificada, donde han tenido un verdadero arraigo (…) Donde los carnavales han sido un renovado o nuevo acontecimiento ha sido en los pueblos, como Montánchez, donde se ha sabido implicar al pueblo en esta sana alegría, con participación total, y sobre todo el mejor humor y los buenos modos de desenfadada convivencia que son obligados para que estas fiestas persistan y arraiguen. Los carnavales de Montánchez (…) han hecho vibrar al pueblo de alegría y pasárselo magníficamente a los muchos forasteros que han querido compartir estas jornadas con los montanchegos (…) Magníficas carrozas, en las que se volcaba lo mejor del tipismo extremeño, barajadas con comparsas, máscaras, concursos de disfraces y otras humoradas que han sabido poner una nota de buen tono en esos resucitados carnavales (…) Fueron seis las carrozas que participaron en el certamen y el jurado, formado por forasteros por aquello de la imparcialidad, pasó serias dificultades para seleccionar las tres mejores. Ganaron las confeccionadas por las peñas “Los Terribles”, “El Estrujón” y “La Pitarra”, pero también pudo resultar vencedora, por ejemplo, la del Hogar de Ancianos. El pueblo se volcó después en atenciones con los forasteros que se sumaron a la fiesta, entre los que cabe destacar el gobernador civil de la provincia, presidente de la Diputación, alcalde de Cáceres y el coronel jefe del CIR, quien reforzó de su peculio el premio a la mejor carroza>>.
Los carnavales de Montánchez en el siglo XXI
<< Tal vez lo que nos hable más fielmente del carácter de Montánchez sean los carnavales. La figura central es el jurramacho, pero no es solo una figura, es una estética. La estética de convertirse en otro, en un ser amorfo y estrambótico, disparatado y sorprendente. Con ropas viejas y en desuso, a menudo con olor a baúl, tapándose la cara con el paño con el que se envuelven los jamones, el jurramacho posee una belleza expresionista, pero bienhumorada, atrevida y crítica. Tal vez por eso estos carnavales incomodaron tanto al poder, y tal vez por eso, desde la Edad Media en que hunden sus raíces, ningún político ni religioso doctrinario pudieron prohibirlos. El carácter de Montánchez odia la prohibición, porque en medio de una naturaleza tan desbordante, ¿quién atiende a leyes que no sean las propias? Aquí todo fluye de forma natural (…) >> (Doncel Manzano, D. (2016). Sopa de almendras en Montánchez. El País).
Hoy en día la celebración del carnaval en Montánchez difiere poco del pasado. Amenizado con música y charangas, sigue siendo llamativo el ambiente festivo y continuado. Como novedad respecto a décadas anteriores, el domingo de Carnaval tiene lugar un Desfile de Carrozas y Charangas por las calles céntricas de la localidad, representando escenas de costumbres tradicionales y con un enfoque localista (la trilla, el estrujón, la matanza, la vendimia…) unidas a otras parodias de la actualidad de ámbito regional o nacional.
La fiesta es constante tanto de día como de noche; son muy populares el baile de disfraces con orquesta y «La matiné», a la hora del café y amenizada con actuaciones musicales. Diferentes concursos premian al Jurramacho más representativo del carnaval, la imitación más veraz o el disfraz más atrevido, con categorías individuales o colectivas; las charangas y carrozas obtienen también sus respectivos reconocimientos. Desde el año 2015 se viene celebrando una concentración de Jurramachos en las inmediaciones de la Plaza de España y de entre los participantes se designa el Jurramacho Mayor y el Jurramachino Menor de los carnavales de ese año en Montánchez.
El martes de Carnaval pone fin a la fiesta, de forma oficial, con el Entierro de la Sardina y la degustación de sardinas y vino de la tierra. Sin embargo, el sábado siguiente (o domingo), jinetes y caballos engalanados participan en la vistosa Carrera de Cintas y por la noche se celebra el tradicional Baile de la Piñata, con premios para solteros y casados.
En el siglo XXI el carnaval de Montánchez basado en la figura del Jurramacho ha conservado su esencia y particularidades. Sin embargo, las modas y el influjo de los disfraces manufacturados han reducido de forma notoria la presencia de Jurramachos por las calles de la localidad de tal forma que el disfraz de Jurramacho está en serio peligro de extinción.
Debido a este serio riesgo de desaparición que presenta el Jurramacho en la actualidad, el Ayuntamiento y la sociedad piden que los carnavales de Montánchez y su emblema, el Jurramacho, sean reconocidos como Fiesta de Interés Turístico Regional.
Porque es necesario dignificar y aportar valor al disfraz tradicional. Reconocer y distinguir uno de los festivales más antiguos de Extremadura. Fomentar las tradiciones del ámbito rural y conseguir un impacto positivo en las sociedades de los pueblos a través del turismo y su incidencia en la economía. También, porque es fundamental y necesario otorgar al Jurramacho una categoría que dote a sus protagonistas de cierta autoestima y reconocimiento social e institucional.
Justificación del cumplimiento de los requisitos para la declaración de Fiesta de Interés Turístico de Extremadura del carnaval de Montánchez
Los requisitos para la Declaración de Fiesta de Interés Turístico de Extremadura están recogidos en el artículo 2 del Decreto 152/1997 de 22 de diciembre y son 5 puntos:
-1. Originalidad de la celebración
-2. Valor cultural
-3. Antigüedad mínima (al menos diez años)
-4. Capacidad de atraer visitantes de fuera de la región
-5. Celebración de forma periódica.
El principal rasgo que caracteriza al Jurramacho es su larga tradición y originalidad. Son pocos los carnavales que han perdurado durante tanto tiempo de una forma tan auténtica. El disfraz es lo más característico, sin duda. Se utilizan ropas viejas ya en desuso, buscando una apariencia irreconocible. Se combinan las ropas para tener un aspecto macabro, estrambótico, cómico o una inversión de sexos. El objetivo principal del disfraz es que no te reconozcan amigos, familiares o vecinos.
Otro aspecto fundamental del personaje de Jurramacho, y de ahí su verdadera originalidad, reside en la forma de actuar de este. El disfrazado de Jurramacho cambia por completo su apariencia física, y también su comportamiento, su forma de caminar; incluso su forma de hablar.
El Jurramacho pone la voz en falsete. Se cubre la cara con una máscara que normalmente se hace con la funda de lana con la que se cubren los famosos jamones de la localidad. Muchas veces se pinta sobre la funda que tapa la cara los principales rasgos del rostro. También se emplean antifaces, toda clase de caretas, pañuelos y demás complementos.
El Jurramacho es un ser amorfo, anónimo y ambiguo que suele disfrazarse solo o en grupos de amigos y que interactúa con personas tanto disfrazadas como no disfrazadas. Lo habitual es que los comentarios sean chascarrillos, chismes o burlas que tratan la actualidad del municipio.
El valor cultural de los carnavales de Montánchez basados en la figura del Jurramacho es muy marcado, sobre todo, por su larga historia. Son muy pocos los casos de una fiesta tan antigua en Extremadura. Otra particularidad es que, aunque el disfraz de Jurramacho estuvo prohibido a lo largo de muchos períodos históricos, nunca se pudo hacer efectiva esta norma. En Montánchez la población se siguió vistiendo de Jurramacho en contextos tan complejos como la epidemia de gripe, la guerra civil, postguerra y franquismo.
El disfraz de Jurramacho produce un efecto fundamental en la celebración, y es que iguala a todos los participantes, pues los convierte en un ser anónimo hasta que la persona que hay detrás decida hablar con tu voz, quitarse la máscara o directamente revelar su identidad. Los carnavales de Montánchez son una tradición muy democratizadora desde una perspectiva social. Además, la participación es transversal entre la población de Montánchez, desde niños muy pequeños, pasando por todos los segmentos de edad, hasta personas de edad avanzada.
La participación de la ciudadanía y el propio disfraz de Jurramacho típico del carnaval de Montánchez hacen de esta celebración una ocasión única en la que lograr una verdadera integración de los visitantes y turistas. Sobre todo si utilizan el disfraz típico y copian la manera de actuar de los Jurramachos. El fin último de este personaje es el anonimato para divertirse con mofas, bromas y chascarrillos que comparte con otros Jurramachos.
<< Los carnavales son una de las festividades más importantes a destacar en el calendario extremeño, relacionada con señas de identidad, transmisión de valores y una tradición que se ha transmitido a través de sucesivas generaciones, muy especialmente en el ámbito rural >> (Barrios, P. (2018). El Carnaval en Extremadura, una tradición ancestral. Servicio de Difusión de la Cultura Científica de la UEX).
El carnaval de Montánchez protagonizado por el Jurramacho potencia de una manera evidente una serie de valores y principios positivos entre la ciudadanía residente en el municipio y las personas que lo visitan. Son numerosos los grupos de amigos que se reúnen en una misma casa para disfrazarse de Jurramacho y salir juntos, en cuadrilla, a llenar las calles y establecimientos de Montánchez. El Jurramacho busca, sobre todo, pasárselo bien y hacer disfrutar con el mejor humor a los espectadores que no van disfrazados. Es una fiesta en la que los principios de convivencia, tolerancia, libertad, respeto y reconocimiento de la diversidad impregnan a todos los participantes.
También tiene esta fiesta efectos muy positivos en la psicología de los participantes. El disfraz de Jurramacho ha sido considerado siempre como un elemento de liberación y desinhibición muy importantes para la población local. Pensemos sobre todo en esto desde un prisma histórico, en sociedades mucho más cerradas, conservadoras y tradicionales que la actual.
Esta fiesta es una seña de identidad fundamental del pueblo de Montánchez desde hace muchas generaciones. Los vecinos de Montánchez reconocen la importancia y tradición del Jurramacho y lo asumen y potencian como algo propio. Una tradición que se ha ido heredando de padres a hijos y que ha variado en esencia muy poco a lo largo de los siglos.
Otro aspecto a tener en cuenta es el trabajo previo que se ha venido haciendo en cuanto a la promoción de esta fiesta y la fama y el reconocimiento histórico con el que cuentan los carnavales de Montánchez. Esto lo podemos apreciar por el gran número de noticias protagonizadas por el Jurramacho en medios de comunicación de carácter regional y nacional.
<< El Carnaval de Montánchez es uno de los más antiguos e interesantes de España, especialmente por la figura del Jurramacho, su máximo representante. Los orígenes de la celebración del Carnaval en Montánchez se remontan en el pasado hasta una fecha por delimitar pero que con toda seguridad se esconde varios siglos atrás en el tiempo. Durante sus muchos años de celebración ha permanecido siempre invicto frente a numerosos intentos de censura y prohibiciones a lo largo de la historia de España, la última ocurrida durante el franquismo. Hoy en día es la fiesta por antonomasia de Montánchez y hasta ahí siguen acudiendo año tras año miles de visitantes que se funden junto a los vecinos del lugar en sus días más divertidos>> (2014). El carnaval de Montánchez. España Fascinante).
<< (…) Aquí llegamos al fondo del asunto: el carnaval sólo tiene sentido cuando es auténtico. El carnaval, como toda farsa, necesita partir de la verdad. En Cádiz hacen un carnaval que es Cádiz. Y por eso es una maravilla. En Santoña celebran una fiesta que tiene todo el descaro del puerto de Santoña, y por eso funciona. En Montánchez, el jurramacho y en Galicia, el entroido. Da igual, hay muchos. Lo importante es que todos estos carnavales utilizan la máscara para contar una verdad local, una verdad que a menudo no puede decirse a cara descubierta >> (Gómez, J. (2017). Carnaval, El Mundo).
<< (…) Dentro de Cáceres, Navalmoral de la Mata es famoso por la celebración de los carnavales conocidos como los Carnavales del Campo Arañuelo. Atraen cada año a miles de visitantes y la fiesta está declarada como de Interés Turístico Regional. De un carácter especial es el Carnaval jurdanu (…) En Montánchez predomina el ambiente jovial y distendido de los jurramachos, seres amorfos que visten mezclando prendas dispares, para no ser reconocidos y transmitir comicidad con sus máscaras, obtenidas a partir de los paños que envuelven sus famosos jamones (…) >> (Herrero Uceda M. y E. (2012) Mi Extremadura. La cultura rural. pp. 36 y 37).
<< El anonimato es uno de los principios que rigen a los que participan en la mayoría de los festejos del carnaval cacereño (…) Entre las poblaciones que destacan por la originalidad de sus disfraces, ya se presenten tanto a nivel individual como en grupos y comparsas, hemos de citar a Montánchez (...) >> (Domínguez Moreno, J. M. (1995) Los carnavales en la provincia de Cáceres. Revista de Folklore, pp. 3-13).
<< Hay jurramachos, sí, pero cada vez menos. "Y es una pena", dicen las personas mayores de Montánchez. Además, como buenos personajes de carnaval auténtico, estas máscaras amorfas, cuyo objetivo es confundir al personal y que nadie conozca su identidad, van a su aire y se echan a la calle cuando les viene en gana. Tienen su hora, a las 20.00, de sábado a lunes; también desarrollan toda su capacidad de juego, provocación y ambigüedad en los bailes de matiné (hacia las tres de la tarde) y nocturnos (a partir de las diez de la noche) que se celebran de sábado a martes. Un documento de 1836 refleja las "asonadas y bullicios que perturbaban la tranquilidad pública" de un carnaval que se despliega el domingo en desfile de carrozas y charangas. El sábado de piñata, 12 de marzo, hay carrera de cintas a caballo >> (Sánchez Gómez, M. A. (2011) El parto de la tía Rechonchona, El País).
<< (…) En Extremadura, por fortuna, los carnavales han sido siempre sinónimo de alegrías populares y de celebraciones pintorescas y ancestrales, que han sabido mantener por siglos un sello especial con muchos ejemplos regionales. Impertérritos al tiempo se han mantenido para bien, celebraciones propias de estas tierras tan llamativas y originales como el histórico “Peropalo” de Villanueva de la Vera, los populares “Jurramachos” de Montánchez, los sorprendentes “Carnavales Jurdanos”, los emblemáticos “Carnavales Romanos” de Mérida, los admirables “Carnavales del Campo Arañuelo” o los multitudinarios, aplaudidos e increíbles “Carnavales de Badajoz” >> (Blasco J. (2016). Carnavalendas seculares. Cadena SER).
El carnaval de Montánchez es un ejemplo típico de fiesta rural y, cumple, uno por uno, todos los aspectos mencionados por el autor Javier Marcos Arévalo en ‘Los carnavales como bienes culturales intangibles. Espacio y tiempo para el ritual’:
- Ritual y fiesta con un alto grado de participación.
- Hábitat natural en la calle.
- Mayor pobreza estética, falta de recursos y reutilización de los materiales.
- Ciclo de celebraciones más prolongado.
- Espontaneidad, imaginación y mayor diversidad de escenas y ceremoniales.
- Protagonizado por figuras y grupos en torno a las que gira el ritual.
- Presencia de animales, reales o figurados.
- Mayor transgresión de las normas e inversión de los valores dominantes.
- Mantiene expresiones de una antigua estética popular: tirar, arrojar, pegar, romper, violentar, cambiar las cosas de sitio…
- Expresiones orales, estética gestual y kinésica peculiar.
El Ayuntamiento de Montánchez, la Mancomunidad Sierra de Montánchez y la Diputación provincial de Cáceres vienen desde hace años trabajando en la potenciación y promoción de los carnavales de Montánchez. Se han realizado numerosos carteles y programas de esta festividad. También se han realizado numerosos trípticos y dípticos de promoción turística en los que se anuncia y pone en valor la figura del Jurramacho de Montánchez.
El Jurramacho es protagonista en varios cortometrajes rodados en la localidad, también de vídeos promocionales de turismo en el municipio y ha copado buena parte del espacio mediático en programas de televisión y radio de alcance regional. De igual forma, hay bastante contenido en redes sociales en relación con el Jurramacho de Montánchez.
Este personaje también se ha convertido en icono en el campo de las bellas artes y ha inspirado a diferentes artistas que lo han retratado y plasmado en cuadros, como Alwin van der Linde o José Luis Coch Laullón; muchos fotógrafos profesionales se acercan cada año para captar imágenes de esta fiesta. El Jurramacho también se ha convertido en un icono popular. Diferentes asociaciones de la localidad han empezado a poner en circulación camisetas y toda clase de merchandising con la imagen de un Jurramacho arquetipo estampado.
Es evidente que la difusión y promoción del carnaval de Montánchez debe seguir a todos los niveles; local, comarcal, provincial, regional y nacional. En este sentido, la declaración de esta tradición tan particular como Fiesta de Interés Turístico de Extremadura sería un argumento muy importante que aumentaría, sin duda, la relevancia de esta fiesta y el número de personas que quieren conocerla. También sería un reconocimiento y espaldarazo muy importante para la ciudadanía de Montánchez, que seguiría apostando, con más ahínco si cabe, por esta celebración.
Los requisitos de antigüedad mínima y celebración periódica los cumple sobradamente el carnaval de Montánchez fundamentado en la figura del Jurramacho. Desde hace siglos, sin interrupción, antes de que comience el período de la Cuaresma propio de la Semana Santa, se ha celebrado esta original y particular tradición. Los días propios del carnaval de Montánchez son el viernes, sábado, domingo, lunes y martes previos al miércoles de Ceniza.
La capacidad de Montánchez para atraer turistas y visitantes es muy marcada. No solo por su emplazamiento estratégico en plena Sierra de Montánchez, por su rico patrimonio histórico-cultural, gastronómico o natural. Montánchez también cuenta con un patrimonio inmaterial y folclórico muy importante, dentro del cual se encuadra el carnaval fundamentado en el Jurramacho.
La capacidad de Montánchez para recibir turistas, no solo de otros pueblos de la comarca o de Extremadura en general, sino de ámbito nacional o internacional es muy grande. En este sentido, desde hace años se ha ido incrementando la posibilidad de pernoctación de los visitantes de una forma muy notoria.
Son muchas las opciones que tiene el turista para quedarse unos días en la localidad: casas rurales diseminadas por todos los barrios del municipio y por la Sierra de Montánchez, hostales, hoteles, albergues… De igual forma, la oferta de servicios de restauración es muy amplia. La capacidad hotelera de todos los establecimientos del municipio supera el centenar de plazas.
También se ha creado una marca propia de promoción turística, ‘Montánchez, te va a encantar’, con muy buenos resultados en los años que lleva en funcionamiento y que ha servido para llamar la atención y atraer a miles de turistas y visitantes de muy diversos puntos geográficos. El último vídeo promocional lanzado por esta plataforma fue a inicios de 2020 y los protagonistas del spot eran el Jurramacho y el jamón de Montánchez.
El Jurramacho de Montánchez cumple, con creces, todos los requisitos marcados en el Decreto que regula la declaración de Fiesta de Interés Turístico de Extremadura.
Es una tradición con muchos siglos de historia, forma parte de la identidad de la ciudadanía de Montánchez. La participación de la sociedad es muy marcada y transversal. Es un tipo de carnaval rural del que se conservan pocos ejemplos en España y que merece todo el reconocimiento. También es una fiesta con un fuerte componente turístico y que, con una correcta labor de difusión y respaldo institucional, podría llegar a ser uno de los referentes turísticos de la comarca. La declaración de Fiesta de Interés Turístico será el impulso definitivo que necesita esta fiesta para seguir conservando su esencia otras tantas generaciones más.
<< Los vecinos de Montánchez disfrutan tanto del carnaval, que ni siquiera con Franco dejaron de celebrarlo. En la época de la dictadura, unos días antes de la fiesta, el gobernador civil enviaba un telegrama al alcalde para recordarle otra vez que la gente no podía ir disfrazada por la calle; pero en Montánchez nadie hacía caso. Entre risas se recuerda que un guardia civil que quería hacer cumplir la orden del gobernador terminó en el pilón. El celoso y mojado cumplidor del orden, aún tuvo que ver cómo su mujer era una de las primeras en ir disfrazada bailando por las calles y bailes (…)
Los vecinos ponen como ejemplo de buen jurramacho el caso de una vecina que trabaja en turno de noche en Cáceres y que en el último momento cambió el turno y se fue a disfrutar del carnaval, se disfrazó y se pasó la noche dando la tabarra a su marido, que pensó que había ligado (…) >> (2003) Jurramachos carnavaleros, Hoy, p. 1).1 Bando publicado el 17/02/1792. AHPCC; legajo RA/226, carpeta 55.
2 AHPCC legajo RA/668, carpeta 39.
3 AHPCC legajo RA/263 carpeta 11.