Entre el 28 y el 30 de
octubre, el pueblo de Arroyomolinos conmemora uno de los
episodios históricos más singulares de la Comarca, la recreación de la batalla
denominada ‘la Sorpresa de Arroyomolinos’. Pero, ¿cuál es el origen de este
episodio?, ¿qué dice la prensa histórica sobre este hecho tan singular?
Un poco de historia
Entre
1808 y 1814 se produce en España la Guerra de la Independencia en el contexto
global de las Guerras Napoleónicas. Los contendientes eran, por un lado España,
Reino Unido y Portugal. En frente tenían a Francia, gobernada por Napoleón, que
había instaurado el Primer Imperio. Tras la abdicación de Bayona, en la que los
monarcas españoles renuncian al trono, Napoleón instala a su hermano en el
trono español.
Antes
se había producido una alianza entre España y Francia contra Portugal y su
histórico aliado Reino Unido. Sin embargo, Napoleón engaña a los dirigentes
españoles, los manipula y traiciona. Las tropas francesas se encuentran en
territorio español, en teoría, solo de paso hacia Portugal. No obstante, la
realidad es bien distinta. Francia invade España y por primera vez entre los
españoles surge cierta identidad nacional.
En la Sierra de Montánchez,
entre el 27 y el 28 de octubre de 1811, tuvo lugar una batalla conocida como la
‘Sorpresa de Arroyomolinos’.
Para conocer un poco más de esta lucha, en la que participaron británicos y
españoles frente a franceses, recurrimos a varios artículos publicados en la
prensa histórica:
<< (…) Tan luego los
franceses conocieron la proximidad é intentos de las tropas aliadas, se
plegaron, abandonaron á Cáceres, y tomaron el camino de Mérida, se dirigieron a
Torremocha, buscando el apoyo del grueso de su ejército (…) En Alcuéscar supo
Hill que Girard pernotaba en Arroyo-Molinos, y concibiendo el proyecto de
sorprenderlo, operación que facilitaba la culpable confianza del francés; antes
de amanecer el día ocultó la mitad de sus fuerzas en una hondonada próxima al
último de los mencionados pueblos; sitio por donde había de pasar los
imperiales (…)
La sorpresa fue grande, y
como á esta se unió la impetuosidad de la acometida, aunque los franceses
formaron dos cuadros, pretendiendo defenderse en regla, fueron arrollados y
destrozados, hasta el extremo de quedar tendidos, en tierra 400, entre muertos
y heridos, y prisioneros más de 1.400, contándose entre estos los generales
Doubrousky, Brun y conde de Aremberg.
El imprudente Girard, con
unos cuantos de los suyos, se salvó refugiándose en la sierra de Montánchez.
Los aliados solo tuvieron 100
bajas>>. (‘El Liberal’ 27/10/1900)
Años después ‘El Restaurador’
del 28 de octubre de 1912, en un texto que aparece en la primera plana de la
portada del periódico, rememora esta batalla en el apartado titulado
“Efemérides”:
Por otro lado, en los
archivos del Ministerio de Defensa se guarda una ilustración sobre esta batalla
ocurrida en la Sierra de Montánchez:
Una crónica sobre lo sucedido
en Arroyomolinos
Desde
meses antes de esa épica batalla, en la Villa de Arroyomolinos se había
instaurado el control de las tropas francesas. Durante estos meses la vida en
la localidad se hizo muy dura. El 1 de mayo de 1909 aparece publicada en 'La
España Moderna' la carta que escribe el alcalde de Arroyomolinos a la Junta
Central y en la que se relatan los horrores ocurridos entre abril y julio de
1809 en el pueblo:
<<Excmo. Señor:
Aunque por repetidos conductos estará V.E.
satisfecho de la horrorosa conducta de la pérfida nación francesa en la
desgraciada visita que acaba de hacer á esta Provincia; creo de mi obligación
hacer presente las operaciones de los trozos que en esta infeliz Villa se han
hospedado para penosa memoria de sus habitantes.
El 5 de Abril último llegó
una compañía de Dragones, número 9, la que, por su corto número, ó porque se
jefe fuese de un carácter menos reprensible, se portó con la moderación
regular. El 15 se presentó una partida de Artilleros, tan atrebidos y
desatentos, que, no perdonando respetos ni autoridad, se entran por casas y
bodegas, robando quanto dinero y vino encontraron. Seguidamente, y como las
ocho de la noche, con tambor batiente, llegaron sobre 200 hombres de
Infantería, número 63; luego se aposentaron que fué á su voluntad, principiaron
á registrar, robar y saquear, que era una compasión ver tanta desverguenza.
Por tales hechos, se retiran
las gentes al despoblado, y á 15 de Mayo se presentaron como unos 300 del
número 27, y una partida de Vsares, 5º de Wefalia, que, cogiendo las entradas
del Pueblo, se dirigieron otros armados á la Plaza, y otros al sitio donde se
hallaban el maior número de mujeres con sus hijas y ropas: (aquí tiembla la
pluma) corren y persiguen á la honestidad, manchan y desfloran el honor más
inviolable, y con el maior insufrible ardor, roban y destrozan lo más precioso,
hasta que saciada la fiereza bárbara y licenciosa codicia, haciendo alarde de
tanto desacato después de desarmar al pueblo, armados y con tambor batiente, se
marcharon para Alcuescar.
A las ocho y media de la
noche del 15, se presentaron como unos 600 de Infantería, número 16, y 400 cazadores
de Caballería, número 26; unos y otros principian de nuebo á saquear y diciendo
que al siguiente día vendrían otros 2.000 de una y otra clase: esta noticia,
embuelta en amenazas, dió margen á que muchas personas se retirasen al campo
por no esperar algún mal accidente, aunque no se verificó la venida de los
últimos, y sí la salida del 16, como á las diez del 14, este cuerpo mandó pasar
por las armas con el modo más infame y bajo á Miguel Torres, de esta vecindad,
de los más miserables por su edad avanzada, por su corta corpulencia, y por no
proceder más formalidad que suponer los soldados que iban á robar habas á un
habar que custodiaba Torres, haver encontrado un fusil francés allí; el número
26 subsistió hasta el 15 á el mediodía, en cuio tiempo desperdició mucha
porción de trigo, dando mal trato á los patronos.
El 28 vino el número 50,
compuesto de 450 caballos, poco más, poco menos, se perseveró hasta el 29, en
cuio tiempo exerció su natural conducta, destrozando casas y haciendas,
gastando con profusión los granos que havían de ser ó servir para la
susistencia de estos naturales. El 29 del mismo Mayo se aposentó nuevamente el
citado Vsares de Wefalia. ¡Válgame Dios qué tropa tan apreciable! Su Coronel
Provisor Juez Ecclesiástico de dicha ciudad, digno, por sus quialidades,
discípulo de Napoleón: este hombre, entregado á todo desorden no oie quejas ni
lamentos; es tapadera ó disimulador de robos, quando él por su no los hace;
foventaba al oficial soldado á causar todo género de maldad, ya encerrando doncellas
honrradas; los primeros para no tener auxilio, ponen soldados de guardia, que
impedía todo socorro; para que en todo se completase la escena, dio orden el
exprovisor que, á las nueve de la noche estubiese recogido todo paisano, pues
el que después se encontrase sería pasado por las armas: Aquí es ver la
tragedia más temerosa, con trompetas y clarines; acobardan al paisano, dando
libertad al soldado, habre y descerraja puertas y comete todo género de
delitos.
Para que en todo se verificase
su perfidia, extractase con brevedad, y verdad, el suceso ocurrido á Fr. Alonso
Gil y al que subscribe con dicho Cuerpo.
El 7 de Junio, á las ocho de su mañana, llegó
á mi persona un Teniente Capitán, preguntando que en dónde se hallaba el
exército español o inglés; respondí que lo ignoraba; repitió que él y otro
camarada suyo querían desertarse, y deseaban saber qué medio daba España á los
oficiales y soldados que á su exército pasaba; contesté que de oficiales, lo
ignoraba; y en cuanto al soldado de infantería, 200 reales, y si llevaba fusil,
300; al de Caballería, dicha cantidad y el valor del caballo; con lo que se
concluió el acto.
A las cuatro de la tarde del
mismo día volvió el citado oficial y otro compañero, también teniente,
solicitando escribiese en papel á el exército (que ellos sabían se hallaba en
Medellín), preguntando los referidos premios; contestéles no era regular eso,
porque quien lo condujese, se exponía á mala suerte por sus patrullas y
avanzadas; satisfechos, instan les proporcionase guía que los condujese;
correspondíles que, obrando con buena fe, no faltaría, y, enterados,
encargándome el secreto con la mano puesta en el pecho y la palabra de honor,
se despidieron.
A las cuatro de la tarde del
8 se volvieron á presentar con un sargento, diciendo que éste entendía mejor el
español, tratase con él; se volvió á repetir la ceremonia antedicha, y vajo su
tenor, dice el sargento: Los señores oficiales, otro camarada mío, mi asistente
y ocho soldados, estamos dispuestos pasarnos á el exército español esta
noche; y el motibo es que Napoleón entró
en la Wresfalia talando y arrasando; después nos ha conducido á la guerra de
España, y ahora se ha levantado nuestra tierra, y no queremos servirle, porque no
queremos ayudar á un enemigo de nuestra Patria, y, por lo mismo, es
indispensable, bajo los seguros dichos, les proporcionase guía que los
condujese.
En tan apurada crisis,
considerando el beneficio á la Patria y confiado en tan sinceras promesas,
hablé al referido Fr. Alonso Gil, religioso carmelita descalzo, se encargase en
la execución, quien, dando pruebas de mayor patriotismo, no tubo el menor
reparo en admitir la comisión; después volvió á presentarse el citado sargento,
solicitando se les proporcionase vino, y haría, con los oficiales, se
presentasen 48, que ya estaban concertados; á costa de diligencia, se
proporcionó arroba y media, que costó 457 reales y medio, con respecto á 305 la
arroba, y aunque todo se hizo con el maior sigilo, á las diez de la noche
fuimos presos, y comparecidos ante el citado Coronel y oficiales, que hacía de
acusador el pérfido sargento, allí nos trata de sobornadores y solicitadores, y
al religioso de guía ó espía; en este acto hicimos presente nuestra inocencia,
y que los seducidos éramos nosotros, expresando las circunstancias; de tan buen
juez y congreso no se podía esperar otra cosa que atarnos, conducirnos á la
prisión y con centinelas de vista por cuatro días, tratando de quitarnos la
vida, que se hubiera verificado si el Teniente Coronel comandante no hubiese
protegido nuestra inocencia con el sacrifico de 2.400 reales, precio en que se
reduxo después de haver pedido 36 onzas de oro; es de advertir que los
oficiales, sargento y demás confederados no tubieron más reprensión que quedar
dispuestos, ó tal vez aconsejados, á hacer otro engaño semejante, para robar,
atemorizar ó matar.
Este es el mapa que
manifiesta por maior lo ocurrido en este pueblo por la tropa Francesa; este
pueblo no dejará de gemir y llorar por los males que le han acarreado tan
buenos guéspedes, todo lo cual pongo en la alta consideración de V.E. para que
dándole la estimación que juzgue oportuna, prevenir á la inocencia, no se deje
engañar con falsas apariencias, y teniendo el honor de hacer presente cuanto
llebo manifestando con toda verdad á V.E., espero me ordene quanto sea de su
agrado que obedeceré gustoso.
Dios guarde á V.E. muchos
años para bien de la Monarquía y esta Provincia. Arroyomolinos de Montánchez 24
de Junio de 1809. –Excm. Señor. Josef Martinez Davila Solano>>.
Una programación muy variada para este fin de semana
Para los molineros esta recreación histórica es muy importante, y buena parte de los vecinos y descendientes de la localidad participan de forma activa en esta fiesta. Desde meses antes comienzan con la confección de los trajes de época, y durante semanas programan y ensayan el evento. La batalla 'Sorpresa de Arroyomolinos' pone en relación a los vecinos del pueblo con grupos de recreacionistas de varios países europeos y localidades españolas. Se trata de una recreación histórica única en la Comarca que bien merece una visita que nos llevará a inicios del siglo XIX.